jueves, 29 de diciembre de 2011

Piensa en verde.

Esto me pasa por eso del autismo. Eso de generar mi propio mundo en mi subconsciente para perderme en él cuando voy con el resto de la humanidad a estado a punto de costarme la vida.

Tras pasarme la ultima hora antes del almuerzo paseando por las calles de Sanlúcar colgando carteles y repartiendo publicidad sobre la obra de mañana (Un Cuento de Navidad de Charles Dickens, entrada gratuita hasta completar aforo) decidimos disolvernos y continuar en el ensayo esta tarde.

Por lo general, siempre tengo la moto a mano, pero por una u otra, al final la moto acabó en casa de Fran, y yo en otro punto de Sanlúcar, por lo que tuve que andar. Y, mientras yo trabajaba, Fran estaba de sesión de maquillaje... no malentendáis... tiene su relación con el teatro, pero prefiero que penséis mal...

Al caso, mientras caminaba iba releyendo el panfleto de publicidad dichoso mientras en mi mente un mini-yo saltaba y danzaba sobre unicornios de colorines y pokémon rebeldes. Sin echar mucha cuenta a la calle, caminé sopesando posibilidades para la tarde, hasta que me vi golpeado con una fuerza abrumadora en el hombro y la cadera izquierda.

Caí tumbado al suelo, sorprendido e impactado pensando en qué clase de humano mutante era capaz de golpearme así y cuando me giré, pensé en un primer lugar que había sido Hulk. Luego leí las letras "Piensa en Verde..." y cual fue mi cara de horror al descubrir que estaba siendo lentamente atropellado por una furgoneta de cerveza Heinecken marcha atrás en un callejón...

Quizás ahora me parezca cómico, pero aseguro que estar tumbado en el suelo, delante de un camión enorme dando marcha atrás a punto de pasar sobre ti no es algo que uno se lo tome a la ligera. Por suerte, una viejecita amable apareció a socorrerme gritandole al camión una serie de adjetivos que lo emparentaban con un neandertal (que vaya persona para hacerlo) mientras se acercaba a mi.

Ya estoy en casa, y hace cinco o seis horas del incidente... estoy bien. Simplemente cuento con un bonito moratón en la cadera y un par de dolores que estoy calmando a base de ibuprofenos. Realmente no me ha pasado nada. Solo que ahora, cuando vea por la calle un camión verde saldré corriendo a una esquina a llorar mientras repito una y otra vez "la viejecita me protegera... la viejecita me protegera..."

...Eso de pensar en verde, en ocasiones puede resultar un peligro mortal...

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