lunes, 19 de diciembre de 2011

El destrozamitos...

Estaba divagando un poco sobre porqué empecé este Blog, y digo "coño, ¿por qué no?". Lo cierto es que como aún no encuentro oportuno crear una nueva entrada con cosas que me hayan pasado recientemente, he decidido que mientras, y cuando me venga en gana, relataré alguna que otra tonteria de mis recuerdos...

Era obvio que no me iba a olvidar de las circunstancias más vergonzosas de mi vida, pero ahí viene una que, ojala, pudiera olvidar...

Hace poco se celebró aquí, en Sanlúcar, un Salón Manga, el III de esta ciudad, para ser exactos. Y yo, como buen y asqueroso friki que soy (realmente soy un conjunto de "razas" urbanas... bueno, que carajo, soy un ser aún imposible de encasillar en ningún tipo de tribu urbana... soy yo) asistí al evento. Era sabado, y fui acompañado de Culo (Nombre: Alba, Estatus: Amiga y sobrina postiza, Preferencias: Un chocolate calentito y a la cama...) ya que durante aquél ensayo (de Teatro, de mi asociación, me refiero) yo pintaba realmente poco, ya que mi personaje en la futura obra Un Cuento de Navidad, no bailaba. Y aquél ensayo era de coreo, así que decidí tomarme aquella tarde junto a Culo para ir a ver a una amiga bailar eso que bailan los frikis, Para-Para.

Hasta ahí, todo bien. El día estaba encapotado, así que tras aparcar, guardar mi casco dentro de la moto y el que llevaba Culo, que era de Fran, que perteneció a... una persona poco grata para mi, dejarlo escondido en un callejón vacío, entramos al Salón.

El exterior estaba completamente vacío, debido a la constante amenaza de lluvia. Yo llevaba mi chaqueta de cuero engrosada por una sudadera y un par de camisetas debajo, y mi llavero supermegachupitodoguayremolón en el bolsillo. Culo, por su parte, llevaba su largo chaquetón y un paraguas, a mi vista, de un color morado muy apagado.

Nos dirigimos al gimnasio del Instituto, dónde estaban las tiendas y el escenario, y nos dedicamos a contemplar como algunos jóvenes bailaban convulsivamente sobre el escenario en señal de alguna de sus rebeldías familiares... bueno, a lo que vamos. Me paseo por las tiendas esperando a que nuestra amiga le toque bailar. A una de estas, encuentro un objeto muy preciado y con mucho significado, pero esa es otra historia.

Tras una hora y media dando vueltas hasta acabar de música japonesa y frikis hasta los mismísimos... Olga, nuestra amiga, baila. Y lo hace genial, no entiendo de Para-Para, pero me encanta su estilo de baile. Con su rabo de gato (espero que falso) colgando de su vaquero corto. Y es más, ¡gana! Al fin baja del escenario con su premio, la felicitamos y decididos a marcharnos, yo con intención de volver junto a Fran, nos dirigimos a la puerta. Nos encontramos conque está lloviendo. Culo me mira sonriente "al final el paraguas nos va a servir". Como yo soy mucho más alto que ella, lo tomo de sus manos y lo abro para cubrirnos a los dos.

Al salir del gimnasio, veo a una panda de frikis bajo la poca agua que chispea que me miran con una mirada, quizás pensando que son Mazinger Z y pueden fulminarme con una mirada de rayos X o algo por el estilo.

Paso de ellos, y con Culo a su bola, caminamos por el cesped del instituto hacía la salida. En la puerta hay una gran aglomeración, y resulta que la puerta, automatica, se ha cerrado y nadie tiene las llaves. Decidimos volvernos en busca de algún responsable que pueda abrirnos, y pasamos junto a un grupo de chicas que nos miran y se rien.

Cada vez más extrañado, volvemos al gimnasio y entro en el edificio con el paraguas abierto. No soy supersticioso, pero cuando veo más de una docena de miradas puestas en nuestros pasos... pienso en si quizás pisé una plasta de perro y el olor ha llegado hasta todos esos frikis. Pero no, mis Converse están limpias e impecables.

Abandonamos el gimnasio, Culo parece tranquila, mientras que yo no paro de contemplar si tengo algo mal... pero no sé el qué. Por fin llegamos a la puerta, con un grupo de tres frikis a nuestras espaldas riendose. Sin contar un sinfín de miradas incredulas a nuestro paso.

Ya en la moto, habiendo recuperado el casco del Cabezón, me decido a cerrar el paraguas. Estiro la mano, agarró el "clik!" del paraguas y lo atraigo para cerrarlo, cuando observo la intensa mirada de una imagen en el paraguas. Y tras mirarlo un par de veces, no me lo creo.

Culo, a mi lado, se cuestionaba mi salud mental, pero yo no paraba de gritar alterado y dar patadas a la moto nervioso perdido. "¡Un paraguas de Edward Cullen!", "¡Me he paseado por un Salón Manga con un paraguas de Edward Cullen!". En efecto, este vampiro (alias: bola de cristal de discoteca) no es un personaje muy aclamado por los frikis, y la presencia de un joven ataviado con algo más que una camiseta de Green Day portando (luciendo, más bien) un paraguas de la Saga Twilight era objetivo de burlas, risas y desprecio.

Hoy, semanas despues, no me explico como he sobrevivido a ese momento. Y realmente, no sé como no he tenido que fugarme de la ciudad perseguido por docenas de frikis maldiciendo a aquél que osa portar articulos provenientes de uno de los destrozamitos del siglo XXI.

Quizás a los lectores de esta entrada no les haga gracia, pero, ¿quereis saber algo? A mi tampoco me la hizo en su momento. Ni ahora. Es más, cada vez que Culo lo recuerda, se parte, mientras que yo sufro una intensa pigmentación del rojo en mi cara...

Una anecdota interesante... al menos para mi.

1 comentario:

  1. No hay nada mejor que ir con Cullen y Culo a que te vean un mogollón de frikis, menos mal que salisteis vivos XD

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